Los precios de la energía siguen fluctuando, las temperaturas siguen bajando y cada vez más hogares buscan discretamente calor extra sin destrozar sus cuentas bancarias.
Este invierno, muchas personas en el Reino Unido y Estados Unidos están recurriendo a los calefactores portátiles como plan B en lugar de subir la calefacción central. El modelo adecuado puede calentar rápidamente una habitación fría, pero el equivocado puede disparar el gasto y aumentar los riesgos de seguridad.
Por qué los calefactores portátiles vuelven a estar en el punto de mira
La calefacción central sigue haciendo el grueso del trabajo en la mayoría de los hogares, pero no siempre se adapta a nuestro modo de vida actual. La gente trabaja desde casa en habitaciones de invitados, los niños estudian en dormitorios pequeños y los familiares mayores pueden pasar la mayor parte del día en un solo lugar. Calentar toda la casa para una sola habitación ocupada raramente tiene sentido económico.
Ahí es donde entran en juego los calefactores portátiles. Se adaptan a tres situaciones habituales:
- Calentar habitaciones mal aisladas o con poca calefacción, como buhardillas convertidas o garajes.
- Apoyar al sistema principal durante olas de frío sin tener que subir el termostato de toda la vivienda.
- Proporcionar calor rápido durante periodos cortos, por ejemplo, una oficina en casa o el baño por la mañana.
Los hogares que emplean calefacción dirigida en una o dos habitaciones suelen reducir su factura de gas o electricidad en comparación con calentar toda la casa a temperaturas elevadas.
Los reguladores de energía a ambos lados del Canal de la Mancha siguen advirtiendo sobre la volatilidad de los precios. Esta presión lleva a preguntarse no solo cuánto se calienta, sino también dónde y cuándo se calienta.
Principales tipos de calefactores portátiles este invierno
Calefactores de ventilador: pequeños, calientes y voraces
Hay millones de calefactores de ventilador guardados en armarios por una razón. Son baratos, ligeros y calientan un área pequeña en minutos. Una resistencia interna calienta el aire y un ventilador lo impulsa hacia la estancia.
- Ideales para habitaciones pequeñas, como baños u oficinas diminutas.
- Útiles para ráfagas de calor muy breves.
- Fáciles de trasladar de una habitación a otra.
Por otro lado, suelen tener una alta potencia y funcionan de manera continua cuando están encendidos. Ese confort rápido conlleva un consumo de energía elevado, especialmente en los modelos antiguos sin termostato o temporizador. Usar uno durante varias horas al día elimina rápidamente cualquier ahorro que se esperaba obtener.
Radiadores de aceite: arranque lento, confort constante
Los radiadores de aceite calientan un fluido interno que va liberando calor con el tiempo a través de aletas metálicas. Funcionan como una versión mini de los radiadores de la calefacción central, no como una ráfaga de aire caliente.
- Buena inercia térmica: siguen emitiendo calor incluso después de apagarlos.
- Funcionamiento silencioso, ideal para dormitorios y salones.
- Suelen ser más económicos para uso regular durante varias horas.
No proporcionan calor inmediato. Un ambiente frío tardará más en alcanzar una temperatura confortable comparado con un calefactor de ventilador. Muchos modelos son voluminosos y pesados, aunque suelen llevar ruedas integradas. Para quienes buscan calentar una estancia principal durante gran parte de la tarde o noche, suelen ofrecer un equilibrio mejor entre confort y coste que los calefactores de ventilador.
Calefactores de parafina y queroseno: potentes, pero polémicos
Los calefactores de combustible líquido, como estufas de parafina o queroseno, siguen manteniendo cierto interés en zonas con electricidad poco fiable o viviendas antiguas y mal aisladas. Proporcionan un calor radiante muy intenso y pueden calentar fácilmente espacios grandes.
- Pueden calentar rápidamente habitaciones grandes o espacios abiertos.
- No dependen de electricidad, útil en cortes de suministro.
Sin embargo, plantean más cuestiones de seguridad que los dispositivos eléctricos. Al quemar combustible se desprenden gases y partículas, por lo que es imprescindible ventilar constantemente. Eso implica dejar una ventana o rejilla entreabierta, lo que irónicamente deja escapar parte del calor ganado.
Utilizar un calefactor de combustible en una habitación cerrada y sin ventilación puede provocar una acumulación de monóxido de carbono, que puede ser mortal.
En algunos países las pólizas de seguro ya desaconsejan estos aparatos en interiores. En los lugares donde están permitidos, se exige un detector de monóxido de carbono, revisiones periódicas y normas estrictas para el almacenamiento del combustible.
Calefactores de infrarrojos: calientan personas, no el aire
Los calefactores de infrarrojos funcionan de forma muy diferente a los convectores clásicos. En lugar de calentar el aire, emiten calor radiante que incide directamente sobre superficies, muebles y piel. El usuario nota el efecto rápidamente, especialmente si permanece dentro del haz.
- Idóneos para zonas focalizadas, como escritorios, bancos de trabajo o balcones.
- Basta encenderlos para sentir el calor casi de inmediato, sin precalentar la estancia.
Destacan en espacios semiabiertos o zonas con corrientes de aire donde el aire caliente se pierde rápidamente. Sin embargo, raramente calientan toda una sala de forma uniforme. Quien se siente fuera del radio de acción puede seguir pasando frío. Funcionan mejor como complemento, no como sustituto integral de la calefacción de habitaciones.
Calefactores cerámicos: el término medio
Los calefactores cerámicos emplean un elemento cerámico que almacena y libera el calor más gradualmente que una simple resistencia metálica. Muchos combinan un pequeño ventilador con dicho elemento, logrando un balance entre rapidez y confort.
- Se calientan bastante rápido pero mantienen el calor algo más de tiempo.
- Suelen ser más silenciosos y compactos que los radiadores de aceite.
Normalmente son más caros de inicio que los calefactores de ventilador básicos, pero sus mejores controles, como termostatos, oscilación y modos ecológicos, pueden reducir el coste de uso. Para habitaciones pequeñas o medianas con necesidad de calefacción diaria, suelen ser una opción práctica y equilibrada.
Cómo elegir el calefactor portátil adecuado para tu vida
Escoger un calefactor implica algo más que fijarse en la potencia indicada en la caja. Tres cuestiones prácticas ayudan a acotar la elección:
- Tamaño de la habitación: Un baño pequeño o despacho puede arreglarse con un calefactor simple de ventilador o cerámico, mientras que un salón grande necesita generalmente un radiador de aceite o un aparato más potente.
- Patrón de uso: Ráfagas esporádicas de 15 minutos favorecen modelos de ventilador e infrarrojos. Tardes largas requieren radiadores de aceite o cerámicos eficientes.
- Presupuesto energético: Un calefactor barato pero con pocos controles puede acabar costando más durante el invierno cuando llegue la factura.
Regla general: muchos hogares necesitan unos 100 vatios por metro cuadrado para calefacción puntual, aunque la calidad del aislamiento puede aumentar o reducir esa cifra notablemente.
Un hogar puede hacer un cálculo rápido: estimar las horas diarias de uso, multiplicarlas por la potencia del aparato (en kilovatios) y luego por el precio del kilovatio hora de electricidad local. Esta operación sencilla revela la diferencia, por ejemplo, entre un calefactor de ventilador de 2.000 vatios al máximo y uno de aceite de 1.200 vatios que se activa y desactiva mediante termostato.
Comparativa rápida de las opciones más comunes
| Tipo | Precio inicial (aprox.) | Consumo energético habitual | Mejor tamaño de estancia | Uso principal |
| Calefactor de ventilador | £15–£40 / $20–$50 | Alto, consumo continuo | Habitaciones pequeñas | Calor intenso y puntual |
| Radiador de aceite | £40–£120 / $50–$150 | Moderado en uso prolongado | Habitaciones medianas | Confort durante la tarde o todo el día |
| Calefactor de combustible | £90–£250 / $100–$300 | Depende del precio del combustible | Espacios grandes y ventilados | Olas de frío, cortes eléctricos |
| Calefactor de infrarrojos | £40–£160 / $50–$200 | Bajo para zonas concretas | Zonas, no salas completas | Escritorios, terrazas, talleres |
| Calefactor cerámico | £40–£120 / $50–£150 | Moderado, mejor control | Habitaciones pequeñas o medianas | Calor a diario, uso controlado |
Funciones de seguridad realmente importantes
A medida que crecen las ventas, los bomberos advierten repetidamente del uso indebido de calefactores portátiles. Antes de comprar, los consumidores cada vez revisan si tienen:
- Protección antivuelco, que corta el suministro si el aparato cae.
- Protección contra sobrecalentamiento, que apaga el calefactor si los componentes se recalientan.
- Cables y enchufes robustos y adecuados para su potencia máxima.
- Temporizadores automáticos o termostatos para evitar que funcionen accidentalmente toda la noche.
Los expertos recomiendan mantener el calefactor a un metro, como mínimo, de cortinas, ropa de cama y muebles, y nunca usar ladrones o regletas con aparatos de alta potencia. Estas cuestiones pueden parecer obvias, pero cada invierno muchos incendios domésticos aún se originan con un calefactor encajado junto a un sofá.
Pequeños hábitos que reducen aún más las facturas
Más allá del propio aparato, unos hábitos cotidianos influyen mucho en el gasto para mantenerse caliente:
- Cerrar las puertas interiores para que el calor se quede donde hace falta.
- Usar burletes y cortinas gruesas para evitar fugas de calor.
- Ponerse varias capas de ropa, sobre todo térmicas, para poder bajar un poco la potencia del calefactor.
- Combinar una temperatura más baja en la calefacción central con un calefactor portátil en el salón principal, en lugar de calentar toda la vivienda a tope.
Estos gestos pueden parecer menores, pero durante varios meses fríos ayudan a mitigar el impacto de las subidas de las tarifas.
Pensando más allá de este invierno
Los calefactores portátiles solucionan un problema inmediato, pero también ponen en evidencia carencias estructurales del parque de viviendas antiguo: mal aislamiento, ventanas simples, paredes húmedas y suelos mal sellados. Muchos hogares pierden calor tan rápido que ni el calefactor más eficiente consigue rendir bien.
A largo plazo, puede resultar más rentable combinar pequeñas mejoras de aislamiento con un calefactor portátil más pequeño y eficiente. Un simple aislamiento de la buhardilla, paneles reflectores detrás de los radiadores o sellado de rendijas en ventanas pueden reducir la demanda de electricidad de cualquier aparato que se compre ahora. Cuando llegue el próximo invierno, puede que el mismo calefactor sirva en un ajuste menor, y las facturas sean diferentes como consecuencia.
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