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Por qué las gomas de las puertas del coche se agrietan con frío y cómo evitarlo

Hombre limpiando la ventanilla de su coche congelado en invierno. Una taza de café está sobre el coche.

La puerta no se abre.

Tiras con más fuerza, sientes esa horrible resistencia gomosa y luego un crujido seco que duele hasta en el bolsillo. Una tira de goma se desprende del marco y una ráfaga de aire helado entra directa al habitáculo. La mañana arruinada, el café enfriándose en el techo, y tu día de repente gira en torno a unos pocos centímetros de goma negra y muerta en los que nunca habías pensado.

El frío tiene esa manera silenciosa de atacar a los coches justo en los puntos que más ignoramos. Pensamos en la batería, los neumáticos, el parabrisas. Rara vez en las juntas de las puertas que mantienen fuera el agua, el ruido y el aire gélido. Hasta que una mañana de invierno, se rinden.

¿Por qué una goma que parece estar bien en octubre se cuartea como pan duro en enero?

Por qué se agrietan las juntas de las puertas cuando baja la temperatura

Pasea por cualquier aparcamiento de supermercado en una mañana helada y verás el mismo pequeño baile. Gente probando la manilla, deteniéndose, tirando después con una mezcla de esperanza y resignación. Desde fuera, las juntas parecen sólidas y sencillas. Solo es goma pegada a un marco metálico. Pero el invierno las convierte en un campo de batalla entre la química, el clima y el descuido diario.

La goma no solo “se enfría”. Se endurece, se contrae levemente y pierde la elasticidad que la mantiene abrazando al metal. Cuando eso ocurre día tras día, empiezan a aparecer microgrietas justo donde la goma se dobla o se pellizca. Normalmente no las notamos. Hasta que la primera helada de verdad lo deja todo trabado.

En una mañana a -10°C en Quebec, un mecánico me contó que ve la misma escena cada año. Gente llegando con trozos de junta arrancados en la mano, como si le llevasen el ala rota de un pájaro. Un conductor había dejado el coche una semana a la intemperie, bajo aguanieve y ciclos de congelación y deshielo. El agua se coló en la diminuta rendija entre la junta y el marco, y al helarse por la noche, pegó la goma al metal.

Se despertó tarde para ir al trabajo, agarró la manilla y tiró fuerte. El hielo no iba a perder esa batalla. La goma, ya seca y un poco agrietada tras años de calor en verano y sal en invierno, se rompió en dos sitios. El presupuesto de la reparación: más que el de los neumáticos de invierno. Se quedó mirando la factura atónito, diciendo que “nunca se había parado a pensar” en esas juntas.

No es solo el frío lo que destruye las juntas. Es la mezcla de frío, humedad, tiempo y química. Las juntas suelen estar hechas de cauchos sintéticos como EPDM, diseñados para resistir la radiación UV y el ozono. Pero el sol del verano quema la superficie, la sal de la carretera la reseca y el polvo actúa como papel de lija cada vez que cierras la puerta. Aparecen microdesgarros en las esquinas, donde la junta más se dobla.

Cuando bajan las temperaturas, la goma pierde flexibilidad y se vuelve casi como vidrio. Una junta rígida y envejecida deja de comprimirse: en cambio, opone resistencia. Si se añade una fina capa de hielo pegando la junta al metal, tienes un material quebradizo que se retuerce y desgarra. Por eso, un coche de cinco años en un clima duro puede tener juntas que se ven “bien” a simple vista, pero se parten como una tiza bajo tensión.

Cómo proteger las juntas de puerta antes de que fallen

El movimiento más eficaz es sorprendentemente simple: alimenta la goma. Un producto para el cuidado de goma a base de silicona o glicerina forma una fina capa flexible que mantiene las juntas elásticas y con menos riesgo de quedarse pegadas. El mejor momento es justo antes de que llegue el invierno de verdad, cuando la temperatura aún ronda los cero grados y la goma puede absorber el producto.

Limpia primero las juntas con una solución jabonosa suave y una bayeta de microfibra húmeda. Elimina suciedad, sal y esa capa gris que se acumula en meses. Déjalas secar y aplica una pequeña cantidad de producto a lo largo de toda la junta, masajeando con los dedos o un paño limpio. Es una labor tranquila, casi meditativa, y llevará unos 20 minutos para las cuatro puertas y el maletero.

La mayoría solo mira las juntas si algo chirría o gotea. El resto del tiempo, son invisibles. De manera práctica, dos o tres aplicaciones cada invierno bastan en la mayoría de climas. Si aparcas en la calle o cerca del mar, hacerlo una vez al mes no es exagerado.

Sé delicado en las mañanas en las que sospeches que hay hielo. Empuja la puerta ligeramente desde dentro si puedes, o apóyate con el hombro ejerciendo una presión constante en vez de tirar de golpe de la manilla. Si la puerta parece estar pegada, prueba a verter un poco de agua tibia (nunca caliente) sobre el borde para deshacer la capa de hielo. Seamos sinceros: nadie hace esto todos los días, pero hacerlo en los días más fríos puede literalmente salvar tus juntas.

Un detalle importante: evita productos agresivos y productos de limpieza aleatorios. Ese viejo bote de limpiasalpicaderos o limpiacristales del garaje puede destruir la goma silenciosamente con el tiempo.

“La goma rara vez falla en un momento dramático”, dice un veterano chapista de Oslo. “Muere poco a poco por productos incorrectos, malos hábitos de limpieza y mañanas invernales apresuradas.”

Lleva una pequeña lista mental para el invierno:

  • Usa un stick o spray adecuado para gomas (a base de silicona o glicerina).
  • Lava la sal de la carretera regularmente, sobre todo tras las tormentas.
  • No des portazos a las puertas heladas; aplica presión constante en vez de tirones bruscos.
  • Nunca rasques las juntas con herramientas metálicas o raspadores duros.
  • Si una junta ya está agrietada, cambia la parte peor antes del invierno más duro.

*Estos pequeños rituales pueden parecer excesivos, pero marcan la diferencia entre un habitáculo silencioso y cálido y un coche que silba y gotea en febrero.*

Vivir con el invierno, no lucharlo

Hablamos del invierno como de un enemigo, pero en realidad es solo una prueba de resistencia. Nos revela las pequeñas cosas que hemos ignorado durante el año. Las juntas forman parte de esa lista, como las escobillas, las baterías marchitas y los pulverizadores medio congelados. La goma no distingue si el coche es nuevo o tiene veinte años. Solo reacciona al frío, el agua, la presión y el tiempo.

También hay algo curiosamente humano en cómo fallan las juntas. Se resquebrajan justo en los puntos que más se doblan. Se resecan por demasiado sol y demasiado poco cuidado. Se rasgan en los días de prisas y tirones. En una tarde tranquila, al pasar el dedo por la junta y notar una superficie suave y algo aceitada, te das cuenta de que no solo “mantienes un coche”. Te estás comprando mañanas con menos estrés.

En un plano más profundo, esos minutos que dedicas a los bordes de las puertas cambian tu relación invernal con el coche. Baja el ruido, las puertas cierran con un sonido más suave y sólido, y el aire caliente se mantiene donde debe estar. En un largo y oscuro trayecto eso importa más de lo que admitimos. En una amarga mañana de enero, cuando la puerta se abre con un movimiento limpio y fácil en vez de un crujido helado, sabrás perfectamente por qué lo hiciste.

Punto claveDetalleInterés para el lector
El frío endurece la gomaLa bajada de temperatura hace que las juntas sean menos flexibles y más frágilesEntender por qué las juntas se rompen precisamente en invierno
Mantenimiento preventivoLimpieza suave + tratamiento con silicona o glicerina antes del fríoReducir mucho el riesgo de grietas y puertas pegadas
Acciones cotidianasAbrir la puerta poco a poco, deshelar suavemente, evitar productos agresivosProlongar la vida de las juntas y evitar reparaciones costosas

Preguntas frecuentes (FAQ):

  • ¿Por qué mis puertas se quedan pegadas solo algunas mañanas de invierno?Suele ocurrir cuando la humedad ha entrado en la rendija entre la junta y el metal, y se congela por la noche. En noches secas y ventosas se acumula menos hielo y las puertas abren con facilidad.
  • ¿Puedo poner vaselina a las juntas?No es lo más recomendable. Los productos a base de petróleo pueden hinchar o debilitar algunos tipos de goma con el tiempo. Un producto específico de silicona o glicerina es más seguro y adecuado para la tarea.
  • ¿Cada cuánto debo tratar las juntas en invierno?En un clima suave, dos o tres veces entre otoño y primavera suele bastar. En zonas muy frías o cercanas al mar, una vez al mes protege mejor.
  • ¿Unas juntas agrietadas provocan un suspenso en la ITV?Grietas superficiales leves no suelen causar problemas, pero daños severos que afectan al cierre, la entrada de agua o la seguridad sí pueden señalarse. Incluso sin suspenso, notarás más ruido y corrientes de aire.
  • ¿Puedo cambiar solo una parte de una junta dañada?En muchos coches sí. Algunas juntas vienen en secciones o pueden cortarse y empalmarse, aunque las de una sola pieza suelen funcionar mejor si se reemplazan enteras. Un taller de carrocería te podrá decir qué es lo mejor para tu modelo.

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