Todos hemos vivido ese momento en el que el espejo de la mañana parece un poco más cruel que el día anterior.
Las líneas finas en las comisuras de los ojos que ya no desaparecen del todo. Las ojeras oscuras que nos dan un aspecto cansado, incluso después de ocho horas de sueño heroico. Ante esto, muchos se lanzan a comprar cremas carísimas, sérums “milagrosos”, promesas dentro de un frasco de cristal esmerilado.
Y luego están los otros. Los que abren un armario de la cocina, se topan con una pequeña caja blanca y azul, y piensan: “¿De verdad, bicarbonato para esto?”. En algunas consultas de dermatología, el tema ya provoca sonrisas, pero también reflexión: los especialistas en piel reconocen que este viejo producto de limpieza doméstica empieza a colarse seriamente en las rutinas de belleza.
Un ingrediente banal, usado con precaución, se convierte en un arma discreta contra arrugas y ojeras. Parece una broma. No lo es del todo.
Bicarbonato, del estante de la cocina al espejo del baño
La primera vez que Emily, de 42 años, se dio golpecitos de bicarbonato sódico bajo los ojos, estaba convencida de estar cometiendo una gran tontería. Acababa de ver un vídeo viral donde una esteticista explicaba cómo “despertar” el contorno de los ojos con ese polvo básico. Unos granos, un poco de agua, una especie de pasta beige y una sensación de frescor casi inmediata.
A la mañana siguiente, se hizo un selfie. Y otro dos días después. “No he rejuvenecido diez años, seamos honestos, pero mis ojeras azules estaban menos marcadas”, cuenta. Su captura de pantalla acabó en el grupo de WhatsApp de sus compañeras, entre dos fotos de niños y tres memes. El rey de los malos olores en la nevera, el bicarbonato, se encontraba de repente en el centro de una conversación de belleza muy seria.
En una consulta dermatológica de Londres, la escena se repite. “La gente viene con capturas de pantalla de TikTok, publicaciones de Instagram, tableros enteros de recetas con bicarbonato”, explica una dermatóloga especialista en cosmética suave. Ella arquea una ceja y después desgrana esas tendencias con una mezcla de diversión y prudencia. Porque sí, el bicarbonato tiene un verdadero poder exfoliante y ligeramente iluminador, pero cuando se usa en una zona tan delicada como el contorno de los ojos, el margen de error es minúsculo.
Una investigación interna realizada por una gran cadena de salones de belleza en Europa dio una cifra que sorprende a los profesionales: cerca de una clienta de cada cinco afirma haber probado el bicarbonato en el rostro. No necesariamente en los ojos, a veces en la zona T, a veces como mascarilla iluminadora. Muchas no se atreven a confesarlo al principio, como si fuera un pequeño secreto vergonzoso de baño.
Los resultados son dispares, y ahí la realidad da alcance al ‘hype’. Algunas cuentan que tienen la piel más lisa, un grano más uniforme, la impresión de un rostro “desarrugado” al despertar. Otras hablan de rojeces, picores, tirantez bajo los ojos. En las redes de los salones, se multiplican los mensajes privados: “He hecho la pasta demasiado espesa, la he dejado demasiado tiempo, ¿he dañado mi piel para siempre?”. La frontera entre truco genial y metedura de pata dolorosa es muy fina, y depende normalmente de tres cosas: duración, frecuencia y dilución.
Detrás del storytelling ultra glamuroso del “remedio milagroso por 1 euro” hay un producto muy simple: bicarbonato sódico, un polvo alcalino, básico en el sentido químico del término. La piel, en cambio, tiende naturalmente a un pH ligeramente ácido, cerca del 5,5. Cuando aplicamos una sustancia demasiado básica, se rompe ese equilibrio delicado.
Es precisamente esa propiedad la que, en dosis pequeñas, puede alisar suavemente la superficie de la piel, ayudando a eliminar las células muertas que apagan la mirada. El contorno del ojo parece entonces más claro, algo menos hinchado, las arrugas de deshidratación menos marcadas. El peligro comienza cuando se trata una zona ultrafina como si fuera la planta del pie. Mal usado, el bicarbonato puede irritar, alterar la barrera cutánea y, finalmente, acentuar justo lo que se quería ocultar.
Cómo usan realmente el bicarbonato las especialistas de belleza (y cuándo dicen que no)
El método que emplean las esteticistas más prudentes se parece más a un micro-ritual semanal que a un gesto diario. Una puntita de bicarbonato, disuelta en una cucharada de agua bien fría hasta obtener un líquido ligeramente turbio, casi como agua calcárea. Algunas añaden una gota de aceite vegetal suave, otras un poco de gel de aloe vera para calmar.
No se “unta” esta mezcla. Se aplica muy sutilmente. Un algodón reutilizable, muy fino, ligeramente humedecido, presionado delicadamente bajo el ojo sin frotar. Treinta a cuarenta y cinco segundos, no más, y después aclarado cuidadoso con agua tibia. La idea no es blanquear la piel, sino darle un golpe de frescor, alisar levemente la superficie. Este gesto, una vez a la semana, a veces dos, puede dar ese efecto “mirada descansada” que las clientas describen como adictivo.
Las especialistas que lo utilizan insisten: no es un tratamiento autónomo. Justo después, aplican un contorno de ojos muy hidratante, rico en ceramidas o ácido hialurónico, que devuelva de inmediato el confort a la zona. Sin este paso, la sensación de tirantez llega enseguida. Las más estrictas prefieren incluso probar antes este protocolo en otra zona del rostro antes de acercarse al contorno de ojos.
Ahí empiezan los errores clásicos. Muchas personas, entusiasmadas tras el primer “efecto wow”, quieren acelerar el resultado. Engrosan la pasta. Prolongan el tiempo de exposición. Transforman lo que debía ser una pequeña ayuda suave en un ataque frontal a su manto hidrolipídico. Y la piel, eso, no lo olvida.
Los testimonios de rojeces en “gafas” alrededor de los ojos se repiten a menudo en las consultas. Algunas personas reaccionan desde la primera aplicación, sobre todo si ya tienen la piel seca, atópica, o sensibilizada por retinoides. Otras resisten unas semanas antes de ver cómo sus líneas de expresión se instalan aún más claramente, como si la piel se hubiera vuelto más fina y frágil.
Los profesionales lo llaman una falsa buena idea mal ejecutada. “Seamos honestos: nadie hace esto todos los días de verdad”, comenta medio en broma una facialista parisina. En las redes, muchos aseguran seguir estas recetas de forma estricta, pero la realidad es más matizada: uso puntual, probado un domingo por la tarde, luego olvidado, retomado, adaptado. Detrás de los filtros, las historias casi nunca son lineales.
Aun así, algunos expertos en belleza natural asumen su cariño racional por el bicarbonato. Lo ven como una herramienta, no una solución universal. Una herramienta que requiere un mínimo de respeto, sobre todo cuando se acerca a la mirada.
“El bicarbonato no es tu enemigo, pero tampoco es tu mejor amigo”, resume la dermatóloga británica Dra. Helen Moore. “Usado de vez en cuando, bien diluido y seguido de hidratación, puede iluminar la zona bajo el ojo. Usado como exfoliante diario, se vuelve agresivo, sobre todo para la piel madura o sensible”.
Para las arrugas ya instaladas, los especialistas recuerdan que el bicarbonato no sustituye a los activos de fondo, como los retinoides, los péptidos o la vitamina C estabilizada. Su efecto es más bien un ligero “efecto superficie”, un retoque ilusorio pero agradable, que deja la mirada un poco más fresca en el momento.
- Utilizar mejor en una pequeña cura de una vez por semana, en vez de como ritual diario.
- Evitar totalmente si la piel ya escuece, descama o presenta eccema.
- Probar primero en una pequeña zona de la mejilla antes de acercarlo al contorno del ojo.
Repensar las ojeras, las arrugas… y lo que realmente se refleja en nuestra cara
En el fondo, la historia del bicarbonato bajo los ojos dice mucho de nuestra época. Queremos resultados rápidos, asequibles, casi mágicos, con cosas que ya tenemos en casa. Desearíamos que las noches cortas, el estrés acumulado y los años que pasan se disolvieran en un polvito blanco a 2 euros el kilo.
Los especialistas repiten que las ojeras y arrugas rara vez son solo un “problema superficial”. Existen los factores conocidos: sueño, hidratación, tabaco, pantallas a altas horas. Y otros menos citados: genética, microinflamaciones crónicas, tensiones musculares faciales. Una esteticista cuenta que a veces ve cómo bajan las bolsas tras veinte minutos de masaje suave de cuello, sin ningún producto.
En este contexto, el bicarbonato se convierte casi en un símbolo. Un recordatorio de que la piel reacciona a los pequeños gestos repetidos, pero también a la historia global que le hacemos vivir. Algunos lectores quizá abran su armario de cocina esta noche y miren esa caja blanca con otros ojos. Otros preferirán una crema clásica, una mascarilla, una compresa de agua fría. En el fondo, lo importante es entender lo que le hacemos a nuestra piel, no solo lo que ponemos sobre ella.
Un día, estos trucos virales serán sustituidos por otros. El aguacate machacado, la maicena, el café como exfoliante, el yogur como mascarilla… El ciclo nunca termina. Entre la tentación del “todo natural casero” y la fe ciega en los tarros de lujo, existe un terreno intermedio: la curiosidad informada, la experimentación lenta, donde se escucha tanto al espejo como a la piel.
| Punto clave | Detalle | Interés para el lector |
| El bicarbonato actúa en superficie | Suave efecto exfoliante e iluminador cuando está muy diluido y se usa esporádicamente | Entender que el efecto sobre arrugas y ojeras es sobre todo óptico y temporal |
| El contorno del ojo es ultra frágil | El pH de la piel se altera fácilmente, riesgo de rojeces y tirantez | Entender por qué un método casero puede ser peor que beneficioso |
| El contexto de vida cuenta tanto como el producto | El sueño, el estrés, la genética, el masaje y la hidratación juegan un papel clave | Recuperar el control de la rutina sin fiarlo todo a un solo ingrediente |
FAQ :
- ¿El bicarbonato realmente reduce las ojeras?Puedes a veces aclarar la superficie de la piel retirando ligeramente células muertas y aportando un efecto de frescor. En ojeras de origen vascular o genético, su impacto sigue siendo muy limitado.
- ¿Es seguro poner bicarbonato directamente bajo los ojos?Directamente y puro, no. La zona es demasiado fina. Los especialistas que lo usan lo diluyen mucho, limitan el tiempo de contacto y nunca lo convierten en hábito diario.
- ¿Con qué frecuencia puedo usar un “baño” de bicarbonato bajo los ojos?Los profesionales recomiendan como máximo una vez a la semana, sobre piel no irritada, con mezcla muy aguada y seguido de tratamiento hidratante específico.
- ¿Ayuda el bicarbonato a las arruguitas y líneas finas?Puedes alisar un poco la superficie eliminando rugosidades y dando la ilusión de líneas menos marcadas. Para tratar arrugas de verdad, otros activos son bastante más eficaces.
- ¿Quién debería evitar absolutamente este truco?Personas de piel sensible, seca, con rosácea, eccema o bajo tratamiento dermatológico agresivo deberían abstenerse y consultar con un profesional sobre opciones más adecuadas.
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